lunes, 12 de mayo de 2014

  Los girasoles ciegos:


Este libro trata cuatro historias que están entrelazadas entre sí durante la guerra civil española.
Se compone de cuatro capítulos.
El primer capítulo trata la vida del capitán Carlos Alegría. El título completo es: “Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir”. En este capítulo trata como Carlos Alegría decide traicionar al ejército nacional, y rendirse, ya que, según él, sin muertos no hay gloria, y sin gloria no hay derrotados. La historia comienza con la rendición de Carlos ante los republicanos, donde lo apresaron y le trasladaron hasta la Capitanía General, donde fue encerrado en una celda. Mientras estaba en la celda, la Capitanía fue abandonada por los republicanos y tomada por los nacionales. Cuando le encontraron se reconoció como un traidor, por lo que fue condenado a muerte. Fue llevado con otros presos a ser fusilado, donde les disparan a todos. Carlos se da cuenta de que está vivo, que la bala sólo le ha herido la parte superior de la cabeza sin romperle el cráneo, y que ha sido enterrado con el resto de cadáveres en una fosa común. Consiguió salir, y caminó en busca de ayuda. Le encontró una mujer tirado en medio del campo, donde le curó y alimentó, pero no le trasladó por miedo a que la viesen con él. Cuando tuvo las suficientes fuerzas, se dirigió a su pueblo natal, donde fue apresado otra vez.
El segundo capítulo se titula: “Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido”. En este capítulo se narra, a través de relatos escritos en un cuaderno, como un joven y una chica embarazada intentan huir durante la guerra civil, pero ella está embarazada de 8 meses, y se pone a dar a luz en medio de la montaña. Da a luz, pero ella no consigue sobrevivir, y el joven no sabe como encargarse del niño, pero poco a poco se va encariñando de él, y cuidarle es su único objetivo. Para alimentarse consigue robar dos vacas, q les proveen de alimento, y les protegen del frío, ya que llega el invierno. A medida q se quedan sin comida van matando a las vacas, y al no tener el suficiente calor, el niño se muere, y el joven, débil y cansado se deja morir. El cuaderno fue encontrado en la primavera de 1940, junto a una vaca muerta y dos cadáveres humanos a medio descomponer, por un pastor que lo dio a conocer.
El tercer capítulo se titula: “Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos”. Esta vez, se narra la historia de Juan Senra, un detenido que consigue sobrevivir en la cárcel mintiéndole al capitán Eymar, ya que este, le hacía preguntas sobre su hijo, con el que compartió bando en la guerra. Durante los días que estuvo en la cárcel se hizo amigo de un joven llamado Eugenio, con el que hablaba de cualquier cosa. También coincidió con un ex capitán del bando nacionalista, que se había rendido ante los republicanos y que tenía una cicatriz en la frente, como resultado de una bala. Un día Juan se acerca hasta él, y le dice que él también estaba viviendo un tiempo prestado, y que deberían hacer algo para no deberle nada a nadie; Carlos Alegría consigue errebatarle un arma a uno de los carceleros y se suicida. Un par de días después, llaman al joven Eugenio, y es condenado a muerte. Por esto Juan decide contarle toda la verdad a Eymar, que su hijo había sido un cobarde, un criminal y que había sido fusilado justamente. Al día siguiente, Juan es condenado a ser fusilado.
El último capítulo se titula: “Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos”. Comienza con una confesión de un cura, y poco a poco se van desarrollando los distintos acontecimientos de la historia. Comienza con un niño llamado Lorenzo, que es alumno del hermano Salvador. Este niño vivía en una casa con su madre y con su padre, que vivía escondido dentro de un armario, ya que supuestamente estaba muerto. El hermano Salvador se comenzó a fijar en Lorenzo a raíz de que no quería cantar el cara al sol; fue entonces cuando el hermano Salvador conoció a la madre de Lorenzo, y poco a poco se fue obsesionando con ella. Salvador le hacía muchas preguntas a Lorenzo relacionadas con su madre y con su padre, del que siempre decía que había muerto. Un día, se acercó Salvador hasta su casa atraído por la curiosidad, y encontró en el baño una cuchilla de afeitar, y la mujer dijo que era suya, de depilarse las piernas. Dentro de la casa, los tres planeaban su huida a Marruecos, vendiendo los muebles, la cubertería… e hicieron saber al colegio que el niño no podría ir con la excusa de que estaba enfermo. Salvador al enterarse fue a su casa con el pretexto de ver al niño, pero cuando vio que el niño no molestaba, se abalanzó sobre la madre. Entonces salió el padre y forcejearon. Al haber sido descubierto, el padre abrió una ventana y se arrojó al vacío. Esta historia se une con las otras en que la mujer embarazada que huyó con el novio era su hija, la hermana de Lorenzo, de la que no volvieron a tener noticia y pensaron que habían conseguido huir.
                                        Gabriel García Márquez

Crónica de una muerte anunciada
Publicada en 1981, esta novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez basa su argumento en un suceso ocurrido durante la juventud del escritor: un asesinato por motivos de honor. Muchos años después el narrador, erigido en cronista e investigador de unos hechos que vivió muy de cerca pero que no llegó a presenciar, reconstruye minuciosamente la historia, sin ocultar en ningún momento su desenlace, que anuncia desde la primera frase de la novela: "El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana..."
Santiago Nasar es un joven de 21 años, hijo del árabe Ibrahim Nasar y de Plácida Linero, Tras una noche de juerga que se había prolongado hasta pasadas las doce para festejar el matrimonio de Ángela Vicario, Santiago Nasar fue al puerto a recibir al obispo, que luego pasó por el río sin detenerse, bendiciendo desde el barco a quienes habían ido a esperarle.
A las 7 y cinco minutos de la mañana, los gemelos Pedro y Plácido Vicario, hermanos de la novia, ya le habían degollado como a un cerdo. Así termina el primer capítulo de la novela, que se compone de cinco, estando reservados los otros cuatro a contar los antecedentes de la boda de Ángela Vicario y a seguir paso a paso, aun con más detalle que en el primero, las andanzas de Santiago Nasar la mañana en que le mataron.

García Márquez en una imagen reciente
Ángela Vicario, a quien hasta entonces "No se le había conocido ningún novio... y había crecido junto con sus hermanas bajo el rigor de una madre de hierro", fue obligada por su padre y hermanos a casarse con Bayardo San Román, un hombre llegado a la ciudad el año anterior y al que ella apenas había visto. Bayardo era hijo de Petronio San Román, "héroe de las guerras civiles del siglo anterior, y una de las glorias mayores del régimen conservador por haber puesto en fuga al coronel Aureliano Buendía" (destacado personaje de Cien años de soledad).
Por la madrugada, apenas terminados los festejos de la boda, Bayardo devuelve a Ángela Vicario a la familia, porque al ir a consumar el matrimonio descubre que la novia no es virgen. Obligada por los suyos a confesar quién la ha deshonrado, Ángela da el nombre de Santiago Nasar, posiblemente porque no "pensó que sus hermanos se atreverían contra él".
Pero la honra debe lavarse con sangre, y los gemelos cogen de inmediato sus cuchillos de destripar cerdos y comienzan la persecución de Santiago, con quien habían estado bebiendo hasta poco antes. "Sin embargo, la realidad parecía ser que los hermanos Vicario no hicieron nada de lo que convenía para matar a Santiago de inmediato y sin espectáculo público, sino que hicieron mucho más de lo que era imaginable para que alguien les impidiera matarlo, y no lo consiguieron".
A decir verdad, "nunca hubo una muerte más anunciada". Lo fue incluso por medio de un papel introducido por debajo de la puerta en la casa de la víctima; un papel que nadie vio, o no quiso ver, hasta después de acaecidos los hechos. También hubo otras circunstancias que hicieron que esa muerte se produjera. Santiago, que siempre entraba y salía de su casa por la puerta trasera, lo hizo ese día por la principal, donde los gemelos, que sabían como todo el mundo que nunca la usaba, le estaban esperando para que todos les vieran. La puerta seguía todavía abierta cuando Santiago, avisado desde un balcón de que los gemelos se acercaban para matarle, buscó refugio en la casa; pero en el último momento, creyendo que ya había entrado, cerraron la puerta desde dentro, y a los Vicario no les quedó más remedio que hincarle sus cuchillos.
A Santiago sólo le quedaron fuerzas para arrastrarse, con las tripas fuera, hasta la cocina de su casa y morir. Muchas cosas quedan sin aclarar; entre ellas, si es verdad que había sido Santiago quien deshonró a Ángela, cosa que ella siempre afirmó, aunque sin demasiada convicción.
Desde el momento en que Bayardo la devuelve a los suyos, Ángela, que se había casado con él sin estar enamorada, sintió que "estaba en su vida para siempre". Mucho tiempo después vio a Bayardo en un hotel de Riohacha y, sin poder resistirlo, le escribió una carta "en la cual le contaba que le había visto salir del hotel, y que le habría gustado que él la hubiera visto".
A pesar de que no obtiene respuesta, le sigue escribiendo, primero una carta al mes, y luego una por semana, durante media vida. Finalmente, Bayardo regresó junto a ella: "Llevaba la maleta de la ropa para quedarse, y otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito... ordenadas por sus fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores y todas sin abrir".
Alejada de los rasgos del realismo mágico, la Crónica es una novela rápida, que sigue paso a paso, casi cronométricamente, los sucesos, con una gran riqueza en la caracterización de los personajes y de ambiente parecido al del resto de su producción; lo mismo que el lenguaje, tal vez menos barroco que en ocasiones anteriores.